miércoles, 30 de diciembre de 2015

TARTA DE CERVEZA NEGRA Y FRUTOS ROJOS


 
 
¡Acabamos el año por todo lo alto! Sé que hay gente esperando esta receta, así que por fin... ¡aquí está!
 
Esta tarta la hice el mes pasado para el cumple de dos chicas compañeras de "sufrimiento deportivo", y la verdad es que gustó bastante. Incluso me atrevería a decir que mucho.
 
Es una modificación de la archiconocida tarta guinness, para hacerla un poco más festiva y cumpleañera.
 
Con estos ingredientes queda bastante grande, para unas 15-18 personas.
 
He de decir que es tan rica como bonita... perdonadme, ¡es amor de madre!
 
Ingredientes:
 

Para el bizcocho de cerveza y chocolate:
- 375 g. de cerveza negra
- 375 g. de mantequilla
- 110 g. de cacao en polvo
- 600 g. de azúcar
- 375 g. de harina de trigo
- 4 cucharaditas de bicarbonato
- 200 ml de nata para montar
- 3 huevos L
- una pizca de vainilla (opcional)
 
Para la crema de queso y mantequilla:
- 250 g. de mantequilla
- 200 g. de queso crema (tipo philadelphia)
- 250 g. de azúcar glas (125+125)
- 200 ml. de nata para montar
- fresa en pasta
- aroma de arándanos (opcional)
- colorante rosa (opcional)
 
Para el relleno
- 300 g. de frutos rojos (puse 200 de fresas y 100 de frambuesas)
- 300 g. de la crema de queso y mantequilla anterior (los apartamos una vez hecha)
 
Para decorar:
- fruta al gusto
- ganache de chocolate (mitad nata, mitad chocolate)
 
La receta es la misma que había utilizado para estos vasitos de cerveza negra, multiplicando los ingredientes por 1,5.
 
Empezaremos poniendo al fuego la cerveza negra (la receta original es con guinness, pero yo suelo utilizar alguna marca nacional, que es más fácil de encontrar en los supermercados de barrio).
 
Tenemos que calentarla pero sin que llegue a hervir, momento en el que añadimos la mantequilla cortada en trozos pequeños. Removemos constantemente, hasta que se funda por completo.
Retiramos del fuego y reservamos. Esta mezcla huele de maravilla, os aviso.

En un bol tamizamos y mezclamos el cacao, la harina de trigo y el bicarbonato. Añadimos el azúcar y mezclamos bien los 4 ingredientes.

En otro bol batimos los huevos, la nata y la vainilla. 

Añadimos la mezcla de cerveza y mantequilla a la otra mezcla líquida, la de huevos, nata y vainilla, removiendo bien.

Finalmente, incorporamos los ingredientes secos, mezcándolo todo. Como la masa queda muy líquida es muy fácil de hacer, sobre todo si nos ayudamos de unas varillas.
 
No tengo foto del corte, pero la tarta está formada por 5 bizcochos individuales.
 
Este es un bizcocho peculiar, es más fácil hacer dos finos que hacer uno grueso y cortarlo a la mitad, así que os recomiendo utilizar moldes más pequeños.
 
Yo suelo comprar unos de aluminio de un sólo uso, de 20 centímetros de diámetro.
Para desmoldar los bizcochos directamente rompo el molde, así quedan perfectos.
 
Con estos ingredientes, hice 5 bizcochos de 450 gramos cada uno.
 
Horneamos a 180ºC hasta que estén listos, probaremos con un palillo para comprobar el punto.
Al ser la masa tan líquida tardan bastante, unos 25 minutos cada hornada (en mi horno caben sólo 2 de cada vez, así que los hice en 3 tandas).
 
Si hacemos sólo un bizcocho, al menos tardará 50 minutos.
 
Cuando estén listos, retiramos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla.
 
Los bizcochos podemos hacerlos el día anterior a montar la tarta, si los envolvemos bien en papel film, quedan perfectos, y así repartimos el trabajo en dos sesiones más cortas.
 
 
Mientras horneamos los bizcochos, podemos ir preparando la crema de queso y mantequilla.
 
Es importante que todos los ingredientes estén a la misma temperatura a la hora de mezclarlos, ya que si no es fácil que se corte la crema.
 
Batimos la mantequilla, el queso crema y la mitad del azúcar glas con unas varillas (mejor eléctricas, que es mucho rato) durante 5 minutos, hasta que quede una crema muy suave y blanquecina.
Añadimos un par de cucharadas de fresa en pasta, y si queremos, también algún aroma (yo le puse aroma natural de arándanos) y colorante (le puse una gotita de rojo).
Estas dos últimas cosas son totalmente opcionales.
 
En otro bol, montamos la nata con la mitad otra del azúcar. Lo ideal para montar la nata es que esté bien fría, pero en este caso os recomiendo que no lo esté tanto, para que luego se mezcle bien con la crema de mantequilla y queso.
 
Lo dicho: montamos la nata, y la mezclamos con la crema de mantequilla y queso con cuidado. Yo para este paso utilicé una espátula de silicona, es lo que más cómodo me resulta.
 
Separamos 300 gramos de esta crema, y la mezclamos con las fresas y frambuesas picaditas finamente, para el relleno entre bizcochos.
Probamos.
Morimos de placer.
 
 
 
Si hace bastante calor metemos las cremas en la nevera, tanto la de relleno como la de recubrir la tarta, hasta el momento de utilizarlas.
Si la temperatura es más fresca, podemos mantenerlas a temperatura ambiente, si no vamos a tardar mucho rato en montar la tarta.
 
Una vez hayan enfriado del todo los bizcochos, los desmoldamos con cuidado,  y empezamos a montar la tarta.
 
Como los bizcochos son tan jugosos, no hace falta calarlos con almíbar, quedan perfectos así.
 
Para montar y decorar la tarta, os recomiendo poner el plato o bandeja en la que la presentaremos sobre un plato giratorio.
Hay algunos especiales para hacerlo, pero si tenéis poco presupuesto, el que yo tengo de Ikea de madera va perfectamente (se intuye en el primer collage).
 
Ponemos un disco de bizcocho, y sobre éste, 150 gramos de la mezcla de crema y fruta. (1/4 del total de la mezcla que habíamos preparado).
Luego otro bizcocho, otros 150 de crema... y así hasta acabar, la última capa es de bizcocho.
 
Es importante que estén bien alineados unos sobre otros, si hace falta tallaremos un poco con un cuchillo para que no haya bordes salientes, facilita bastante la tarea de cubrir la tarta.
 
Con paciencia y una espátula larga  (puede ser metálica o de plástico) damos una capa fina a nuestra tarta. No hace falta que quede perfecta, ya que la función de esta capa es recoger las migas que se desprenden del bizcocho.
 
Metemos en la nevera al menos una hora, para que la crema endurezca y las migas queden "aprisionadas".
 
Luego damos una capa más gruesa (al gusto) de crema, reservando una parte para decorar si es que aún tenemos ganas de juerga.
 
Si buscáis tutoriales en internet hay gente que lo hace súper rápido... a los que no tenemos práctica nos lleva un buen rato, pero lo dicho, con paciencia y girando, girando, espatuleando espatuleando... al final queda bastante bien.
 
Yo dediqué bastante tiempo a que los bordes quedasen bien, y al final los cubrí con chocolate... ¡tiempo perdido! Pero bueno, así practico, que no me viene mal.
 
Una vez veamos que está cubierta aceptablemente, la volvemos a meter en la nevera, mientras preparamos la ganache de chocolate.
 
 
Para hacerla, calentamos una cantidad de nata (creo recordar que aquí utilicé 75 gramos, pero sobró bastante).
Cuando esté caliente, retiramos del fuego y añadimos el mismo peso de chocolate finamente picado.
En este caso utilicé uno negro al 70% con frambuesa, pero podemos utilizar el que más nos guste.
 
Ponemos en una manga pastelera o en un cono de papel, cortamos un piquito pequeño, y vamos dejando caer gotas por el lateral de nuestra tarta.
 
Finalmente, hacemos con una boquilla rizada unos moñitos con la crema de mantequilla y queso que habíamos reservado, y podemos poner también unas frutas, quedan muy vistosas.
 
Guardamos en la nevera hasta el momento de disfrutarla, o al menos hasta una hora antes, para que la crema esté firme.
 
 
Y no nos queda más que cantar el cumpleaños feliz, soplar las velas, repartir porciones rápidamente y disfrutarla....¡mmmm!
 
Sin duda la repetiré, da un poco de trabajo pero merece totalmente la pena.
 
Rica rica, creo que es de las tartas que más éxito han tenido de las que he hecho hasta ahora.
 
Espero que os guste, y aprovecho también para desearos un feliz comienzo de año, que el 2016 venga cargado de cosas dulces.
 
 

jueves, 29 de octubre de 2015

DEDOS DE BRUJA

Un añito que lleva esperando esta receta a ser publicada... y por fin ha llegado su día! Estas galletas las hice el año pasado en un ataque de última hora halloweenero, así que decidí no publicarlas y esperar a este año, para hacerlo con un poco más de tiempo.
Como siempre, casi me pilla el toro...jijiji!
 
Están más que vistas, pero la verdad es que me gustó tanto como quedaron que decidí compartirlas, siempre habrá alguien que no las conozca o se anime a hacerlas al ver lo sencillas que son.
 
 
La receta la misma que (casi) siempre utilizo para las galletas decoradas, es super fácil de hacer y queda genial. No se le puede pedir más.
 
Con una masa estupenda, unos minutos para decorar, unas almendras enteras y un poco de mermelada de fresa... obtendremos unos dedos de bruja verdaderamente grimosos.
 
Ingredientes:
Para la masa:
- 225 g de mantequilla
- 220 g de azúcar
- 1 huevo grande
- media cucharadita de sal
- 450 g de harina de repostería
- cacao puro
- esencia al gusto (yo pasta de vainilla y lima)
- colorante verde (opcional)
 
Para decorar:
- almendras enteras
- mermelada de fresa
 
 
En un bol ponemos la mantequilla (pomada) y el azúcar y mezclamos hasta conseguir una textura esponjosa. Puede ser con un tenedor o unas varillas, como prefiramos.
 
Añadimos el huevo batido, y seguimos mezclando.
 
Agregamos la harina y la sal tamizadas, y seguimos mezclando hasta que todos los ingredientes estén perfectamente integrados y nuestra masa base esté lista.
 
Una vez tengamos la masa "base", la dividiremos en 3 partes iguales. Esto por supuesto es opcional, podemos hacer todos los dedos iguales, cada uno como más le guste.
 
En mi caso una parte la aromaticé con pasta de vainilla (los blancos), otra con aceite de lima (los dedos verdes) y la tercera parte con una cucharada de cacao puro.
Cuando añado cacao a las galletas suelo añadir también un poco de leche, nada, una cucharadita de postre, para compensar la textura y que quede similar a la masa original.
 
Los dedos verdes los teñí con colorante verde, no es un color muy apetecible pero es perfecto para esta ocasión.
 
Envolvemos cada masa en film y la guardamos en la nevera al menos una hora, para que sea fácil manejarla luego.
 
 
Dar forma a las galletas es muy sencillo: hacemos unos cilindros de masa, yo los hice algo más grandes que un dedo humano, pero cada uno como prefiera.
 
Ponemos nuestros dedos índice y corazón formando una V, y hacemos rodar cada cilindro presionando levemente para marcar las galletas. ¡Esto empieza a parecerse mucho a un dedo!
 
Con un palillo marcamos las arruguitas de los nudillos.
 
Por último, pegamos la almendra con mermelada de fresa (vale cualquier mermelada, mejor si es rosa, pero nadie puede asegurar que la sangre de las brujas sea rosa y no amarilla... ;-)  y bañamos el otro extremo de la galleta también en mermelada, para simular la sangre del corte del dedo.
 
Metemos nuestros dedos otra hora en la nevera, para que luego mantengan bien la forma al hornearlas.
 
 
Precalentamos el horno a 180ºC, y horneamos sobre la bandeja de horno y papel sulfurizado hasta que estén listas. Suelen ser unos 12-14 minutos, pero como siempre depende del horno y del tamaño de las galletas. ¡Y de como os gusten, claro!
 
Las movemos con cuidado para que enfríen en una rejilla, para que queden perfectas de textura.
 
Dejamos enfriar... y tenemos nuestras galletas listas! Son bastante grimosas, cierto, pero están suuuuper buenas.
 
Mi sobrina fue capaz de comerse ni la parte del corte ni la de la uña, le daba tanta grima que sólo podía con la parte central de los dedos. jijiijjiji
 
 
Si tenéis unas bolsitas tan cucas como estas (muchas gracias como siempre, Patt) quedan perfectas para regalar.
Y si no, en unas transparentes muy bien también. O sin bolsa, ¡quedan bien sea como sea!
 
Y lo más importante, como siempre, están buenísimas. La parte de la uña es inmejorable... ¡aunque no lo parezca! jijijiji!
 
 

miércoles, 27 de mayo de 2015

HAMBURGUESA ASTURIANA (HAMBURGUESAS CASERAS III)


Otra de las hamburguesas que más nos gusta en casa... da un poco de trabajo, pero la verdad es que merece la pena. Está im-pre-sio-nan-te!

No es que sea complicada, sino que como lleva bastantes ingredientes hay que estar un ratito en la cocina, pero ninguno de ellos es difícil ni laborioso.
 
Además de la carne de hamburguesa, lleva: cebolleta confitada, champiñones, queso azul, manzana salteada y huevo frito.

 
Queda una hamburguesa súper sabrosa, con contraste dulce-salado, muy jugosa... ¡si no fuese porque son las 8 de la mañana ahora mismo me preparaba una!
 
Por supuesto podemos pasar de alguno de los ingredientes,  o añadir algún otro que nos guste... pero os recomiendo probarla así, al menos una vez, y luego ya la tuneáis a vuestro gusto.

Para acompañar, siempre unas patatas fritas, en este caso con piel.

Voy a tener que crear la etiqueta hamburguesa, vamos ya por la tercera. Pinchando aquí  podéis ver las otras dos publicadas.

Las cantidades que os pongo son para 4 hamburguesas

Ingredientes:
Para los panes de hamburguesa:
- 150 ml de leche (usé entera)
-1 huevo pequeño
-15 ml de aceite de girasol
-275g de harina de fuerza
-1 cucharadita de sal 
-1 cucharadita de azúcar 
-1/2 sobre de levadura seca de panadero
-sésamo (opcional)

Para la hamburguesa:
- 500 g de carne de ternera picada
- 4 lonchas de bacon
- sal
- un huevo pequeño
- pan rallado (una cucharadita pequeña)
- mostaza de dijon

Acompañando a la carne:
- cebolleta caramelizada
- champiñones salteados
- queso azul
- manzana salteada
- huevo frito

Para acompañar:
- patatas fritas

Os pongo el orden en el que las hice yo:

Primero preparamos la carne de hamburguesa. Hay que hacerlo al menos un par de horas antes, mejor si es de un día para otro, estarán mucho más sabrosas.

Salamos la carne, y añadimos el bacon muy finamente picado. Luego añadimos la mostaza de dijon, el huevo batido y la cucharadita de pan rallado, para que ligue todo.

Formamos las hamburguesas y guardamos en la nevera hasta que vayamos a utilizarlas.

La verdad es que como están tan de moda podemos encontrar hamburguesas ya preparadas muy buenas, yo normalmente compro unas de vaca asturiana que están para chuparse los dedos. Así que este paso podemos saltárnoslo perfectamente si conseguimos unas buenas hamburguesas "de confianza".


Para hacer la masa de lo panes, yo utilicé como siempre la panificadora:
Introducimos en la cubeta los ingredientes (excepto el sésamo) en el orden en que están en la receta: primero los líquidos y luego los sólidos.
Ponemos el programa masa, y esperamos a que acabe.
Últimamente (porque tengo la pani medio estropeada) estoy utilizando el programa masa para pasta, lo pongo 2 veces seguidas y luego dejo que repose un par de horas, va muy bien también para las masas.

Para hacer la masa a mano, haremos un volcán con la harina. Hacemos un hueco en el centro, y ponemos el resto de ingredientes (otra vez excepto el sésamo). Vamos integrando poco a poco, hasta tener una masa manejable.
Si es necesario, añadiremos un poco más de harina, pero muy poco a poco.
Formamos una bola y dejamos reposar hasta que doble su volumen, sobre un par de horas.

Cuando la masa haya levado (a mano o a máquina), formaremos los bollos.
Dividimos la masa en 4 partes iguales,  y formamos los bollos redondos.
Los pintamos con huevo o leche, y si nos gusta les ponemos semillas de sésamo por encima.

Dejamos que vuelvan a levar sobre la bandeja de horno en la que los hornearemos. Esta vez es más rápido, con una hora es suficiente.
Debemos dejar bastante separación entre ellos, crecen bastante en el levado y luego al hornear todavía más.

Calentamos el horno a 190ºC, y cuando esté a punto metemos los bollos unos 20 minutos, hasta que estén doraditos.
Reservamos.


Para hacer la cebolleta confitada, ponemos un chorrito de aceite en una olla al fuego suave.
Picamos la cebolleta en 4 partes y laminamos.
La introducimos en la olla, añadimos sal, y dejamos que se vaya pasando muy poco a poco, confitándose lentamente.

La cebolleta como es más tierna se hace antes que la cebolla, así que en unos 20 minutos estará lista.

Si queremos podemos añadirle a mitad de cocción una cucharadita de azúcar moreno y un poco de vinagre de Módena, pero no es imprescindible. La hace más aromática, pero está muy buena también sin nada.

Salteamos con un poco de aceite unos champiñones naturales laminados, y reservamos.

Salteamos también (esta vez con mantequilla, le queda genial) una manzana cortada en gajos finos. Podemos utilizar la que prefiramos, a mi para esto me gusta bastante la jonagored.

Freímos un huevo (en este caso era de casa, así que mejor imposible), y finalmente hacemos las hamburguesas a nuestro gusto.


Montamos la hamburguesa:

Primero ponemos la carne, luego la cebolleta caramelizada, los champiñones, queso azul al gusto (no demasiado, para no matar el resto de sabores), la manzana salteada y por último, coronando la torre de placer, el huevo frito.

No necesita ningún tipo de salsa más, así tal cual está perfecta, muy sabrosa y melosa.

Para acompañar, esta vez hice unas patatas fritas con piel (importante limpiar bien la piel antes de picarlas).

Como os advertí al principio, son bastantes pasos, pero una vez que probamos el conjunto nos olvidamos de toda la "cacharrada" que vamos a tener que fregar al acabar... merece la pena.



lunes, 13 de abril de 2015

BUNDT CAKE DE LIMÓN Y NATA


Hoy os traigo un bund cake rico rico, de esos que donde van triunfan. Y eso que no soy muy fan de los bizcochos hechos con aceite, pero este me ha conquistado totalmente.

Para el que no esté al tanto, lo de bundt cake es por el molde en el que está hecho, pero vamos, que no deja de ser un bizcocho que podemos hacer donde queramos. Que no os eche para atrás el no tener el molde, seguro que queda genial igualmente.

La receta es una adaptación de Alma de una receta de Martha Stewart. La de Martha lleva mantequilla, tengo que probar a hacerla, si la adaptación me ha encantado seguro que la original no se queda atrás.

Lo que cambié un poco fue el glaseado, le añadí zumo de limón, para que redondease aún más el conjunto.

El bizcocho es super jugoso y muy sabroso, la verdad es que no le haría falta el glaseado, si nos sois muy fans que sepáis que no lo necesita para nada.

Aunque sí que le da un toque más festivo, lo "viste" más. Y está muy bueno, eh? No me entendáis mal!

Sin glaseado para el desayuno, y con glaseado para la merienda... ¡perfecto!


En principio había buscado una receta que llevase mantequilla y leche de mantequilla (que se consiguen batiendo nata hasta que se corte y se separe el suero), pero resulta que desde hace una temporadita muchas natas traen incorporado estabilizante, y después de tirar dos veces medio litro de nata me di por vencida y tuve que cambiar de receta.
No había forma de que se cortase "decentemente", si es que hay una forma decente de que se corte.

Las tres marcas que pude conseguir, tenían las tres estabilizante, no me lo podía creer. Con lo difícil que era hace unos años conseguir el estabilizante para nata, y ahora ya estamos estabilizados queramos o no.
Espero encontrar nata sin estabilizante para hacer la tarta red velvet... ¡si no estoy perdida!

Ingredientes:

Para el bizcocho:
- 250 ml de aceite de girasol
- 500 g de azúcar blanquilla
- 6 huevos
- 500 g de harina de trigo
- una cucharadita de bicarbonato
- el zumo de un limón mediano
- la ralladura de un limón mediano
- 250 ml de nata para montar

Para el glaseado:
- 300g de azúcar glas
- dos cucharadas de zumo de limón
- un chorrito de nata líquida


Empezaremos mezclando la nata con el zumo de limón, para hacer una especie de crema ácida. Le da un toque genial al bizcocho.
Reservamos.

En las recetas que llevan bicarbonato como impulsor es importante tener el molde preparado antes de hacer la masa del bizcocho, ya que el bicarbonato empieza a funcionar en cuanto se humedece, no con el calor como la levadura química.
Cuanto menos espere para entrar al horno, mejor.

Engrasamos bien el molde y lo reservamos. Yo suelo hacerlo con mantequilla fundida pincelada bien por toda la superficie del molde, evitando que escurra al fondo.


Para la masa, empezaremos batiendo el aceite de girasol (podéis usar uno de oliva suave también si lo preferís) con el azúcar.

Luego añadimos los huevos y volvemos a batir hasta que estén perfectamente integrados, que no queden partes sin mezclar.

Agregamos la mitad de la harina y el bicarbonato tamizados. Mezclamos.

Añadimos la mitad de la nata con el zumo de limón. Tendrá grumitos, no os asustéis, es normal. Mezclamos.

Incorporamos la segunda mitad de la harina y  el bicarbonato (importantísimo  lo de tamizarlos). Seguimos mezclando.

Y finalmente, el resto de la nata con zumo de limón y la ralladura de limón. Mezclamos bien, para que la ralladura se reparta por toda la masa.


Vertemos sobre nuestro molde, damos unos golpes sobre la encimera (poniendo un paño en medio de protección) para que la masa se reparta bien por todas las aristas, y lo introducimos en el horno precalentado a 180ºC.

Tardará unos 45- 55 minutos, dependiendo de nuestro horno y del tipo de molde.
Cuando el palillo salga limpio, es que está perfecto. Lo sacamos del horno y lo dejamos sobre una rejilla.

Para desmoldar, dejamos que repose unos minutos. En algún blog he visto que hay que esperar 10 minutos de reloj para desmoldar, en otros 15 minutos... yo os voy a decir cómo lo hago, ya que la temperatura donde esté hará que haya que esperar más o menos.

Suelo esperar unos 10 minutos, y luego compruebo a ver si los bordes se han separado un poco del molde. Si no se han separado, por mucho que lo intentemos el bizcocho no va a salir entero.

Cuando se hayan separado, con unos paños cogemos el molde por las asas y meneamos bien, hasta que veamos que se va separando del todo.
Volcamos sobre una rejilla, alucinamos con lo perfecto que queda, y dejamos que enfríe del todo.


Cuando esté a temperatura ambiente, podremos ponerle el glaseado.

Como os decía modifiqué un poco el glaseado, para que tuviese también un toque de limón, y no se hiciese muy empalagoso.

Tamizamos el azúcar glas, y le añadimos un par de cucharadas de zumo de limón (si es exprimido, hay que pasarlo por un colador fino, para que no se cuele nada de pulpa ni por supuesto semillas).
Luego añadimos nata poco a poco, removiendo bien, hasta que tenga una consistencia que nos guste.

Vertemos sobre nuestro bizcocho y luego si queremos añadimos unas bolitas de colores, confeti comestible, fideos, o la decoración que más nos guste.
Con estas bolitas (non pareils) y el confeti me parece que quedó genial, muy festivo.

Como os decía al principio es un bizcocho muy jugoso y rico, en casa tuvo mucho éxito. Creo que en el corte se puede apreciar la textura, sin duda lo repetiré.

Os animo a probarlo, se tarda más en leer esta tocho-entrada que en hacerlo.



lunes, 9 de febrero de 2015

BOMBONES RELLENOS

 
Receta de las que imponen... ¡pero una vez que  nos ponemos en materia, son más sencillas de lo que parecen!

Creedme, llevaba años con la idea de hacer bombones en casa, pero me daba miedo el atemperado del chocolate. Mucho miedo. Mucho, mucho miedo.
 
La verdad es que teniendo un termómetro adecuado y la paciencia suficiente como para ir limpiando todo lo que ensuciamos, en unos cuantos periquetes tendremos unos bombones deliciosos.
No hay ningún paso largo, pero sí varios cortos.
 
Y de perdidos al río: se me ocurrió hacerlos rellenos... y encima con 4 rellenos diferentes...  y las camisas de tres chocolates diferentes... aquí nada de "sencilleces".  
 
Un poco locura, la verdad, os recomiendo empezar con algo más sencillo si es la primera vez que los hacéis, sobre todo la parte de los chocolates, que es la más delicada.
 
 
Para el templado de los chocolates me leí y releí este post de Directo al Paladar , y para los rellenos más elaborados utilicé estas recetas de mi Patt, de Cocinando para Lola.
Pinchando en sus nombres os llevarán a sus estupendas webs, sin desperdicio ninguna de las dos.
 
Como se puede ver en las fotos, utilicé chocolate blanco, con leche y normal, y los rellenos son de nutella y avellana, fresa, mandarina, y chocolate blanco con frutos secos.
 
No tengo que decir que estaban de muerte, ¿verdad?
 
Ingredientes:
- chocolate con leche (utilicé Nestlé)
- chocolate negro (utilicé Nestlé postres)
- chocolate blanco (utilicé Milkybar)
 
Para los rellenos:
Para el de nutella:
- nutella
- avellanas
Para el de chocolate blanco:
- 75 g de chocolate blanco
- 50 ml de nata líquida
- frutos secos (le puse anacardos y almendras)
Para el de fresa:
- 25 g de chocolate blanco
- 5 g de mantequilla
- 25 g de nata líquida
- 1/2 cucharada de pasta de fresa (utilicé Home Chef)
Para el de mandarina:
- 25 g de chocolate blanco
- 5 g de mantequilla
- 25 g de nata líquida
- 1/2 cucharada de pasta de mandarina (utilicé Home Chef)
 
 
Podemos empezar por los rellenos más elaborados o por los bombones, yo os recomiendo por los rellenos, podemos incluso hacerlos el día antes de utilizarlos, para repartir un poco el trabajo.
 
En un cazo ponemos el chocolate, la mantequilla y la nata líquida, y calentamos hasta que se funda la mantequilla. Removemos para que se mezclen bien los tres ingredientes.
Retiramos del fuego, y añadimos la pasta de fresa. Probamos. Morimos de placer. Reservamos.
 
Hacemos lo mismo con el de mandarina, siguiendo los mismos pasos.
 
Estos dos son los que tienen un poco más de trabajo (y podéis ver que es bien poco), los otros dos los podemos hacer sobre la marcha cuando estemos al lío con los bombones.
 
 
Os recomiendo poner los rellenos en unas mangas pasteleras desechables, luego es muy cómodo para rellenar los bombones.
 
Para hacer los bombones otra cosa imprescindible que me olvidé de comentaros es que hace falta tener unos moldes de bombones. Hoy en día las hay super baratas, así que no os recomiendo pelearos con cápsulas de trufas ni cubiteras de hielo, no merece la pena, son un horror para el desmoldado.
 
Yo utilicé moldes de silicona (son los más  fáciles de encontrar), y hasta que no desmoldé los bombones no me di cuenta de lo diferentes que quedan según sea el acabado de la silicona: si la silicona es brillante los bombones quedan brillantes (como los bombones con forma de hojas) y si es mate, quedan super mates. Parecen casi de terciopelo, muy bonitos también (como los redonditos).
 
Otra cosa a tener en cuenta es que si los moldes tienen bastantes aristas, es fácil que nos queden burbujitas en el chocolate, que afean un poco los bombones. 
En las hojas quedaron un montón, pero  el resto como son de formas más suaves quedaron mejor.
 
 
Si no lo habéis hecho ya, os recomiendo ver algún vídeo donde templen chocolate, para ver más o menos como hay que hacer, es algo que por mucho que se explique es mejor verlo. Uno de esos casos en los que una imagen vale más que mil palabras).
 
El atemperado (o templado) del chocolate se hace para que una vez se enfríe el chocolate quede brillante y crujiente, da un poco de trabajo pero la diferencia entre hacerlo o no es muy notable.
 
Consiste en fundir el chocolate y llevarlo a una temperatura alta, bajar la temperatura rápidamente (generalmente se hace sobre una pieza de mármol o la encimera) y luego volver a subirla un poco.
 
El método es el mismo para los tres chocolates, pero con diferentes temperaturas de trabajo.
 
Chocolate negro: calentamos, hasta 45-50ºC, enfriamos hasta los 28-29ºC y volvemos a subir hasta los 31-33ºC.
Chocolate con leche: calentamos, hasta 40-45ºC, enfriamos hasta los 27ºC y volvemos a subir hasta los 30-31ºC.
Chocolate blanco: calentamos, hasta 40ºC, enfriamos hasta los 24ºC y volvemos a subir hasta los 27-28ºC.
 
Voy a explicarlo por ejemplo para el chocolate negro, como os decía para el resto de chocolates sería lo mismo pero variando las temperaturas.
Es muy importante respetarlas, ya que si no todo el esfuerzo no valdrá para nada.
 
Calentamos al baño maría el chocolate, hasta alcanzar los 45-50ºC.
Vertemos  2/3 del chocolate sobre la encimera bien limpia y seca o sobre un trozo de mármol. Movemos con una espátula, hasta que bajemos la temperatura a 28-29ºC.
Con la misma espátula o una lengua volvemos a pasar el chocolate al bol donde está el tercio de chocolate que no enfriamos.
Mezclamos bien, y en principio si todo ha ido bien, debería de estar la mezcla ya a los 31-33ºC que buscamos.
 
Vertemos el chocolate sobre nuestros moldes. Damos unos golpecitos con los moldes sobre la encimera, para que si hay alguna burbuja salga a la superficie.
 
Esperamos un par de minutos (dependerá un poco de la temperatura ambiente), y cuando veamos que se ha endurecido una capa fina pero resistente en las paredes de las figuras, volcamos sobre un bol o sobre la encimera. Reservamos este chocolate, que luego utilizaremos para las cerrar los bombones.
 
Pasamos un cuchillo o una espátula sobre el molde, para que no queden rebabas de chocolate.
 
Algunos los dejé demasiado tiempo y quedaron un gruesas las paredes, pero bueno, para la próxima intentaré que queden más finos.
 
Hay que tener que cuenta también que una vez que colocamos los bombones en su posición después de vaciarlos, suele escurrir un poco hacia la base, lo que hará que se acumule más chocolate en esa parte.  
 
Reservamos y esperamos a que enfríen y endurezca el chocolate completamente (lo ideal es no meterlos en la nevera, mejor esperar a que lo hagan poco a poco)
 
 
Cuando hayan endurecido, podemos rellenarlos.
 
Además de los rellenos que expliqué antes, rellené las semiesferas de nutella con media avellana (sólo hay que fundir un poco la nutella en el microondas para que esté más fluída) y las cápsulas con frutos secos y ganache de chocolate blanco (sólo hay que mezclar el chocolate blanco con la nata y llevar al fuego hasta que se funda y mezclar bien).
 
Si hacéis los rellenos en el último momento, aseguraos de que no estén calientes al utilizarlos, ya que podrían fundir el chocolate, mezclarse con él, y estropearlo todo. Nos quedaría una papilla muy rica, pero no unos bombones bien formados, que es lo que buscamos. ;)
 
Os pongo cómo combiné yo los chocolates y los rellenos:
- Semiesferas de chocolate con leche rellenas de nutella y avellana
- Corazones de chocolate blanco y relleno de fresa
- Hojas de chocolate negro y relleno de mandarina
- Cápsulas de chocolate con leche y relleno de ganache de chocolate blanco y frutos secos.
 
Es muy fácil rellenarlos si metemos los rellenos en una manga desechable, se hace en un periquete y sin manchar nada.
 
Y mirad lo cremosos que quedan, están de vicio.
 
 
Una vez hayamos rellenos los bombones, sólo nos queda ponerle las tapas para cerrarlos.
 
Como no estaba segura, volví a templar el chocolate, ya que había enfriado completamente desde que bañé los moldes hasta que los cerré, pero no sé si realmente sería necesario.
 
Volvemos a dejar enfriar, para que la pieza se funda como una, antes de desmoldar.
 
Una vez estén completamente sólidos, los desmoldamos y ya sólo nos queda disfrutarlos.
 
Como la entrada ya es bastante larga y no quiero que nadie se quede dormido sólo os digo una cosa: no les tengáis miedo, ¡se tarda casi tanto en leer la receta como en hacerla!
Y está tan buenos como parece. ¡O más!