viernes, 27 de diciembre de 2013

STOLLEN


¡Nueva propuesta de bake the world! El mes pasado no pude hacer a tiempo la propuesta, pero este me aseguré de no fallar a la cita de los compis panarras.

Nos propusieron hacer un stollen, un pan dulce alemán típico de estas fechas. Es un pan muy aromático, perfecto para un desayuno especial o una merienda de lujo.

Antes de hacerlo al ver las fotos en libros y blogs me lo imaginaba parecido al panettone, ya que los "tropezones" son muy parecidos, pero este es mucho más compacto, más "pan, pan".

Puede rellenarse con una crema de almendras, un rulo de mazapán, o incluso sin nada, estoy segura de que está perfecto de cualquiera de las tres formas.


Yo utilicé la receta de Pam de Uno de Dos, y nos gustó mucho. Y eso que en el horneado se salió toda la crema de almendras y sólo quedaron unos pequeños restos en el interior.
Pero tranquilos,  por supuesto que no se iba a perder nada, nos la comimos así tal cual, como si fuesen unas pastas de almendra amorfas.


Ingredientes:
Para la crema de almendras:
- 42g de mantequilla
- 42g de azúcar
- 42g de almendra molida
- 8g de harina de trigo
- 1 huevo pequeño
- 1 cucharadita de ron

Para la masa de stollen:
- 375g de harina de fuerza
- 8g de levadura fresca (o 1/4 de sobre de seca)
- 170ml de leche entera
- 70g de mantequilla
- 20 g de azúcar
- 4g de sal
- 2 huevos

Tropezones:
- 60g de uvas pasas sin pepitas
- 35g de cerezas escarchadas
- 65g de naranjas escarchadas
- 1 pizca de canela
- ron para remojarlas

Para decorar:
- azúcar glas, fruta escarchada, estrellas de anís,...

Empezaremos picando las cerezas y las naranjas confitadas y las ponemos junto a las uvas pasas a remojo en una copita de ron. Lo ideal es dejarlas toda la noche, para que se hidraten bien.

Para hacer la crema de almendras, batiremos la mantequilla con el azúcar hasta formar una pasta cremosa.
Es importante que la mantequilla esté a temperatura ambiente, si no es imposible hacer esta mezcla.

Añadimos las almendras molidas y la harina y mezclamos bien.

Por último, el huevo batido y una cucharadita de ron en el que hemos remojado las frutas escarchadas, hasta conseguir una crema ligera. Reservamos.

Yo creo que me pasé de líquido y la dejé demasiado ligera... porque como os decía antes en el horneado decidió que no le gustaba estar atrapada en el interior de la masa, que le gustaba más explorar el exterior.


Para hacer la masa yo utilicé la pani, poniendo los ingredientes como siempre: primero los líquidos y luego los sólidos (excepto la mantequilla).
Un amasado de 15 minutos (programa de masa para pasta), reposo de 10 minutos y luego otra vez el mismo programa, añadiendo esta vez la mantequilla a temperatura ambiente cortada en cubitos.

Mi masa estaba quedando demasiado blanda, así que durante el primer amasado tuve que añadir un par de cucharadas colmadas de harina de fuerza (además de los 375 gramos que os pongo en los ingredientes).
Puede que ese día la báscula me gastase una broma, porque tanto la masa como la crema de almendras no quedaron bien a la primera.

Si utilizáis levadura fresca, os recomiendo deshacerla en la leche antes de empezar a hacer la la masa, para que quede bien repartida.
Yo la verdad es que suelo utilizar seca, después de haber tirado un montón de cubitos decidí que me pasaba definitivamente a la seca, que no se estropea tan fácilmente.

Una vez terminada la masa, la sacamos de la cubeta y hacemos una bola. La dejamos reposar un par de horas tapada con un paño o un trozo de film, hasta que haya crecido. Como no lleva demasiada levadura, no crecerá tanto como otros panes.


Si hacemos la masa a mano, haremos un volcán con la harina. Añadimos la sal y el azúcar, y haciendo un hueco en el centro añadimos los huevos y la leche (mezclada antes con la levadura).

Alrededor del volcán ponemos la mantequilla cortada en cubitos o trozos pequeños, y vamos mezclando de dentro a fuera, hasta que acabemos todos los ingredientes.
Amasamos unos minutos, y hacemos una bola.

Dejamos reposar la masa tapada un par de horas.


Cuando haya crecido, boleamos la masa y formamos un cuadrado con ella.
Escurrimos las frutas confitadas, añadimos una pizca de canela, mezclamos bien, y repartimos esta mezcla sobre la masa.

Doblamos y estiramos varias veces la masa, para que las frutas se vayan repartiendo por toda la masa.
Dejamos reposar otros 30 minutos.

Pasada la media hora, estiramos la masa dándole otra vez forma  cuadrada. Repartimos la crema de almendras por la superficie dejando un borde de unos 3 cm, y doblamos nuestro stollen.
Primero doblamos un poco la parte derecha llevándola hacia la izquierda, y luego hacemos lo mismo con la izquierda, pero llevándola a la derecha. Por supuesto, puede ser al revés.

Como nos dice Pam, podemos dejar le pliegue visto o darle la vuelta para que quede oculto, como prefiramos.

Dejamos reposar otra media hora, y lo horneamos a unos 180ºC hasta que esté dorado.

 
Espolvoreamos con abundante azúcar glas... ¡y ya podemos disfrutarlo!

Como os decía al principio, queda un pan muy aromático y rico... ¡para el año repito seguro! Que los madrugones se encaran con otra alegría si sabes que vas a desayunar unas rebanaditas de rico stollen casero...¡mmmm!

¡Venga, que estáis aún a tiempo de hacerlo estos días! ¡A los hornos!


viernes, 8 de noviembre de 2013

BUNDT CAKE MARMOLADO DE CALABAZA Y CACAO


Hoy os traigo otra receta totalmente de temporada: un bundt cake de calabaza y cacao.

La receta es de mi amiga Pam, de Uno de Dos. Ella los hizo todavía más bonitos en versión mini y con pepitas de chocolate, en vez del marmolado. Impresionantes.

Para los que aún no estéis enterados, se presentan a los premios Bitácoras en dos categorías: como mejor blog gastronómico y como mejor blog personal. Os animos a visitar su blog y si os gusta darle vuestro voto, se lo merecen. Es super sencillo, no lleva ni un minuto y entre todos podemos devolverles parte de esos momentos de placer que nos dan día a día. Además se puede votar a 5 blogs en cada categoría.
También podéis hacerlo directamente pinchando aquí.


Volviendo a los mini bundts, cuanto los vi supe que los iba a hacer, fue un amor a primera vista.

Así que aprovechando que este fin de semana fuimos a pasar unos días al pueblo, le pedí con todo el morro una calabaza a mis queridos primis... ¡y a falta de una, me dieron dos! ¡Tenemos calabaza para probar un montón de recetas!

Sienta mejor que te den calabazas cuando las pides que cuando te las dan por sorpresa, he podido comprobar.

Por supuesto no es imprescindible utilizar el molde original, pero os puedo asegurar que se nota muchísimo la diferencia.
Queda super homogéneo, y la superficie muy blandita y jugosa. ¡No más bordes resecos en mi vida, gracias!
Como os decía en el bundt de piña colada, este molde vale lo que cuesta. Incluso más.

Pam hizo la receta con 3 huevos, pero yo multipliqué los ingredientes para utilizar 5, para que se ajustase al tamaño del molde.

Queda un bizcocho buenísimo, muy jugoso gracias a la calabaza y con un color impresionante. Sin duda lo repetiré, nos ha gustado mucho.

Ingredientes:
- 300 g de mantequilla
- 330 g de azúcar blanquilla
- 5 huevos
- 300 g de puré de calabaza
- 275 g de harina de trigo
- 1 sobre de levadura química (tipo Royal)
- una pizca de sal
- 30 g de cacao en polvo
-opcional: una pizca de vainilla

Para el glaseado:
- 50 g de queso de untar
- 100 g de azúcar glas
- unas gotas de zumo de limón


La preparación es similar a todos los bundts, y como siempre, es importante que todos los ingredientes estén a temperatura ambiente.
Como a la mantequilla ahora en invierno le cuesta bastante ablandar, os recomiendo cortarla en daditos, cuanto más pequeños mejor, para que lo haga antes.

Lo primero que debemos hacer es preparar el puré de calabaza.
Podemos hacerla asada o cocida al vapor. Yo la pelé, la piqué en gajos y la cocí al vapor en la olla exprés. Como no tenía ni idea de cuanto tardaría le puse 25 minutos y quedó bien blandita, perfecta para puré.
Trituramos y reservamos hasta que enfríe.

Hay que tener en cuenta que pierde bastante agua, para conseguir los 300 gramos que utilicé, puse unos 500 a cocer.


En un bol grande, batimos bien la mantequilla con el azúcar, hasta formar una crema blanquecina muy suave.

Añadimos los huevos 1 a 1, integrande bien el primero antes de añadir el segundo. Así hasta que hayamos añadido los 5.

Hasta este paso yo lo hago con batidora de varillas, y a partir de aquí sigo mezclando con una lengua de silicona o una espátula de madera.

Lo siguiente será el puré de calabaza y la pizca de sal, que realzará el sabor de nuestro bizcocho.

Si decidimos ponerle vainilla, este es el momento. Yo le puse un pelín de vainilla en pasta, muy poquita, me encanta el toque que le da a los bizcochos, sobre todo a los de cacao o chocolate.

Por último, añadimos la harina tamizada mezclada con la levadura química.


Dividimos la masa en dos partes más o menos iguales, y a una de ellas le añadimos 30 gramos de cacao en polvo y un par de cucharadas de leche, para que no quede la más más densa que la de sólo calabaza.

Engrasamos un poco el molde (yo le pongo una gota de aceite de girasol y la reparto con un trozo de papel de cocina por toda la superficie) y vamos poniendo capas alternativas de las dos masas.
Puse primero la mitad de calabaza, luego cacao, otra vez calabaza y por último cacao.
Con un tenedor o una cuchara removemos un poco la masa, para que se mezclen y hacer el efecto marmolado.

Introducimos en el horno precalentado a 180ºC, y horneamos unos 45 minutos, hasta que al introducir un pincho éste salga limpio.


Sacamos del horno y lo dejamos en el molde durante 10 minutos.
Pasado este tiempo, veremos como los bordes han empezado a separarse del molde.

Cogemos por las asas (cuidadito con quemarse) y agitamos arriba y abajo, y también lateralmente, para que termine de separarse del molde.
Cuando veamos que ya está totalmente despegado, le damos la vuelta sobre una rejilla y dejamos hasta que se enfríe del todo.

Esto si lo hacemos en un molde de bundt cake, si no, os recomiendo dejarlo en el molde hasta que enfríe, ya que si lo movemos tenemos muchas posibilidades de que se agriete el bizcocho.


Para hacer el glaseado, mezclaremos en una taza o bol pequeño el queso de untar con el azúcar glas, hasta que no quede ningún trocito de queso visible.

Añadimos unas gotas de zumo de limón (de naranja seguro que también le hubiesen quedado muy bien) y mezclamos.
Añadiremos zumo hasta que esté a nuestro gusto, pero con cuidado, que enseguida se vuelve líquido.

Lo vertemos sobre nuestro bizcocho, con una cuchara o si preferís con una manga pastelera, para que queden los hilillos más iguales.

En las fotos no se aprecia porque las saqué al momento, pero cuando seque la glasa seguirá blanda aunque con una especie de corteza crujiente que se cuartea al cortar el bizcocho.
Muy profesional, como decía mi tocayo Manquiña.

Podéis también ponerle una cobertura de chocolate como a los originales de Pam, si sois muy chocolateros.


Como lleva bastante calabaza, queda un bizcocho muy húmedo y jugoso. Pero nada denso, queda esponjoso... muy interesante, la verdad.

Y quizás lo más llamativo es el contraste de color, la parte que lleva sólo calabaza queda con un color intenso y precioso. Más que apetecible.

Se conserva muy bien unos cuantos días gracias a la humedad que tiene... seguro que más de los que dura en casa.


Según mi cuñado, está muy muy muy muy bueno. De los mejores que he hecho hasta ahora. Así que si no os fiáis de mi palabra hacedle caso a él, que tiene muy buen gusto... ¡al menos escogiendo cuñadas! jajajaj!



martes, 29 de octubre de 2013

PAN DE MUERTO


Un mes más participo en la propuesta de Bake the World. Y además con muchas ganas, porque este era un pan dulce que me llamaba muchísimo.

Es un pan típico mexicano, que se prepara para el Día de Difuntos (2 de noviembre, aún llegáis a tiempo).
Toda la estética del Día de los Duertos siempre me ha llamado muchísimo la atención, sobre todo las Catrinas, me encantan.

La receta es de un vídeo de youtube, podéis verlo aquí. Está genial, y podemos ver todo el proceso de principio a fin.
Es muy útil para ver cómo se forman las bandas que atraviesan el pan, los "huesitos".
La bola de arriba simboliza una calavera, por cierto.

Hilmar también nos propone dos recetas, y las dos con una pinta deliciosa, por si les queréis echar un ojo.


He de decir que a mi me quedó bastante regulero. De sabor muy bueno, pero la masa casi no levó en el reposo, aunque sí en el horneado.

Además algunos de los huesitos quedaron bastante churro, pero bueno, para la próxima quedarán mejor.

Con las cantidades que os pongo me salieron 2 panes de muerto como el de la foto.

Ingredientes:
- 125 ml de leche entera
- 3-4 huevos
- 550 g de harina de trigo
- 1 sobre de levadura de panadero
- 150 g de azúcar
- 6 g de sal
- 150 g de mantequilla
- ralladura de naranja (opcional)

 Para decorar:
- mantequilla fundida
- azúcar blanco o teñido



Es importante para las recetas de masas levadas que todos los ingredientes estén a temperatura ambiente, así nos quedará una masa mucho más agradecida.

Como siempre (o casi), he hecho la masa en la panificadora. Es super cómodo y limpio, así que a no ser que me apetezca especialmente amasar, siempre la utilizo.

No puede ser más sencillo: ponemos en la cubeta todos los ingredientes en el orden que os indico, excepto la mantequilla (como siempre, primero líquidos y después sólidos).
En principio según la receta harían falta sólo 500 gramos de harina, pero despues del amasado vi que quedaba demasiado blanda y añadí otros 50.

Escogemos el programa masa para pasta (amasa 15 minutos) y esperamos a que acabe. Dejamos reposar unos 10 minutos, añadimos la mantequilla en trocitos y volvemos a poner el mismo programa.
Al principio parece que nunca se va a mezclar, pero sí, poco a poco se van integrando y va quedando una masa tersa y firme.

Cuando haya acabado, sin abrir la tapa de la panificadora, dejamos que repose un par de horas. Con el calor del motor sube un poco la temperatura del interior, lo que es perfecto para el levado.


Si vamos a hacer la receta a mano, os recomiendo echarle un ojo al vídeo que os puse en la introducción, os lo resumo:
hacemos un volcán con la harina, abriendo un pequeño hueco en la parte central.
Añadimos la leche mezclada con la levadura,  y luego los huevos batidos.
Si le queréis poner ralladura de naranja, os recomiendo ponerla también con los líquidos, para que aromatice más la masa.

Alrededor de la harina ponemos el azúcar, la sal, y por último en el borde del todo la mantequilla cortada en trocitos pequeños.

Poco a poco vamos mezclando, siempre de interior a exterior. Cogiendo pequeños pellizcos de harina y mezclándolos con la parte líquida, hasta llegar lentamente al borde.

Como hemos puesto la mantequilla en el contorno, la tocaremos menos tiempo y no le dará tiempo a coger temperatura y fundirse. Me ha gustado este truquillo de Max, así podemos poner todos los ingredientes desde el principio y no tener que añadir luego la mantequilla cuando tenemos las manos super pringadas, como suele ser en este tipo de recetas.

Una vez están todos los ingredientes integrados, amasamos unos 8-10 minutos, hasta que la masa se vuelva muy manejable.
Al principio puede ser desesperante, pero poco a poco se va volviendo mucho más agradecida.

Hacemos una bola, la ponemos en un bol o una bandeja, y la dejamos reposar un par de horas.


He de decir que mi masa apenas subió. Supuestamente tiene que doblar volumen, pero qué va, aireó un poco pero nada más.

Como veía que aquello no iba a mejorar, me decidí a formar los bollos.

Dividí la masa en dos partes iguales, y a cada una le quité una porción para hacer los huesitos y la calavera.

Hice una bola con la porción grande para formar el pan, y luego la pequeña la dividí en tres (dos más grandes que la otra).
Con las dos grandes, hacemos un rulo de masa, y con los 3 dedos centrales de la mano presionamos y giramos para marcar los huesitos.
Como cuando hacíamos un rulo de pastilina, pero con los dedos abiertos para dejar unas partes más gordas que otras. (Os recomiendo ver el vídeo, queda mucho más claro que con mis explicaciones).

Ponemos los huesitos sobre nuestro pan, y luego hacemos una bolita pequeña para la calavera, que lo coronará.

No es obligatorio poner 4 huesitos (2 tiras), según el tamaño del pan podemos poner más. Siempre en número par, claro.

Una vez tengamos formados nuestros panes, pincelamos con huevo y los llevamos al horno a 180ºC, hasta que estén doraditos.
Cuando los horneé crecieron bastante (menos mal, porque ya pensé que los iba a tener que tirar).

Al sacarlos, mientras están aún calientes, pincelamos con mantequilla fundida y espolvoreamos con azúcar, que formará una costra riquísima.
Yo le puse azúcar blanco, pero podemos teñirlo de rojo o rosa, que es muy típico también.


Y en cuanto dejemos reposar un poquito nuestro pan... ¡ya podemos disfrutarlo!

Es un pan dulce muy aromático, muy rico y que se conserva muy bien con el paso de los días.

Tengo que volver a hacerlo, porque aunque de sabor me encantó, de textura no quedó todo lo bien que debiera (es lo que tiene dejar las cosas para el final, no da tiempo a repetir el experimento si no sale bien, jijiji)

¡Un saludo a todos, y a panarrear como locos, que estamos en época de encender el horno!


lunes, 14 de octubre de 2013

TARTA DE QUESO, BAILEYS Y CHOCOLATE

 Lo dicho en la anterior entrada... unos meses de sequía, pero aquí estamos de vuelta, y con una tarta más que estupenda para celebrarlo.

Es otra tarta sólo para adultos, con un sabor muy marcado a crema  de whisky y ese lujurioso chocolate brillo espejo... una pasada.

La receta de la cobertura espejo es de Esther, de una de mis webs favoritas: chocolatisimo. Supongo que la conoceréis, pero si no es así tenéis que visitarla sí o sí, es una super crack.
Soy super fan de su web y de su persona, y por supuesto de sus obras de arte comestibles.

Con las cantidades que os pongo me ha salido la tarta de las fotos de 20cm de diámetro, 6 girasoles individuales y (ejem) parte que se derramó por la encimera y la mesa, así que si hacéis sólo una tarta sale bien grande, de unos 2 kilos de peso. 

Ingredientes:
Para la base de galleta:
- medio rulo de galletas maría
- 50g  de mantequilla fundida

Para la crema de queso y licor:
- 600ml de nata para montar
- 400g de queso crema
- 100g de azúcar
- 285ml de crema de whisky
- 200ml de leche
- 2 sobres de cuajada en polvo

Para la cobertura de brillo espejo:
- 130ml de agua
- 200ml de nata para montar
- 170g de azúcar
- 55g de cacao en polvo
- 6g de gelatina en hojas 

Empezaremos preparando la base de galleta: trituramos las galletas (mucho más cómodo si es con una picadora, pero también puede ser a mano) y las mezclamos con la mantequilla fundida.

Las ponemos sobre la base del molde desmoldable o aro que vayamos a utilizar, y aplastamos hasta compactarlas bien.

Reservamos en la nevera.


Para hacer la crema de queso y baileys (vale cualquier marca de crema de whisky, pero de las que he probado esta es la que más me gusta).

En un cazo ponemos la nata, el queso crema (queso de untar tipo philadelphia), el azúcar y la crema de whisky al fuego.
Removemos bien, y si vemos que queda algún grumo de queso, metemos la batidora sin miedo para deshacerlo.

En una taza aparte ponemos los 200ml de leche, y deshacemos los dos sobres de cuajada. Removemos bien, ya que es difícil que se hidrate por completo.


Cuando la mezcla del cazo empiece a hervir, añadimos la leche con cuajada (os recomiendo pasarla por un colador fino por si queda algún grumillo).

Removemos constantemente, hasta que vuelva a hervir. Cuando lo haga, retiramos el cazo del fuego y seguimos removiendo unos segundos.
Volvemos a poner el cazo al fuego, y cuando vuelva a hervir nuestra crema está lista.

Retiramos del fuego, y seguimos removiendo un rato, para que pierda temperatura.

Vertemos sobre la base de galletas, veremos como enseguida empieza a cuajar. Es muchísimo más rápida que si la hacemos con gelatina neutra.

Aquí empezó mi odisea, el aro que estaba usando estaba muy flojo y se abrió un poco... así que la mezcla empezó a derramarse por la base... ¡menudo apuro me llevé!

Pero bueno, al final conseguí salvar casi toda la mezcla y pude hacer un apaño. Para los que luego me decís que os pasan cosas raras, que veáis que nos pasa a todos, por muchas tartas que hayamos hecho en nuestra vida.


Como os decía al principio además de hacer la tarta hice 6 girasoles en molde de silicona. En este caso el procedimiento es al revés, primero ponemos la crema y cuando haya endurecido le ponemos encima las migas de galleta, para que al desmoldar queden perfectas.

Llevamos la tarta (las tartas en este caso) a la nevera, y la dejamos un par de horas hasta que esté completamente firme.

Como tenía miedo de que al ponerle la cobertura por encima se derritiese las congelé, y creo que fue parte de mi segundo error.


 Pero ahora vamos con la receta lujuriosa de chocolate espejo, luego os sigo contando.

 En un cazo ponemos al fuego todos los ingredientes a fuego fuerte excepto las hojas de gelatina, que debemos ponerlas a hidratar en agua fría.

Removemos a menudo para evitar que se pegue al fondo. Cuando empiece a hervir bajamos un poco el fuego, y dejamos que hierva unos 10 minutos. Si tenéis termómetro, hasta que alcance los 103ºC).

Si metemos una cuchara y la miramos por la parte convexa veremos que la cobertura tiene un brillo impresionante, y que casi no gotea por los laterales de la cuchara. Está casi lista.

Apartamos del fuego y dejamos enfriar unos 5 minutos (hasta que baje hasta los 60ºC).
Escurrimos las hojas de gelatina, y las incorporamos una a una removiendo para disolverlas por completo.

Volvemos a dejarla un ratito hasta que esté a unos 30ºC, la temperatura ideal para utilizarla.

Colocamos la tarta sobre la rejilla para bañarla, es la forma más fácil de hacerlo. Yo os recomiendo poner un bol o una bandeja para recoger la cobertura sobrante, poner la rejilla encima y sobre ésta la tarta.
Vertemos directamente la cobertura desde el cazo, dejando que caiga por los laterales y moviendo la rejilla un poquito para eliminar el exceso.


Ahora os contaré mi segundo error: como la tarta estaba congelada, la cobertura en cuando tocaba la tarta se quedaba "clavada" y casi no escurría. Tenía que haber estado un poco más rápida, para la próxima intentaré conseguir un acabado perfecto.

Como quedaba muy irregular, le hice con una cuchara la espiral en la parte superior, de estar mal que pareciese que era intencionadamente ;)
Creo que no hubiese hecho falta congelarla, la textura es mucho más firme que la de una mousse.

Para bañar los girasoles (que también estaban congelados) decidí calentar un poquito la cobertura, para que estuviese mas líquida y escurriese mejor.  Y la verdad es que quedó una capa más fina y mejor distribuida, con mejor aspecto que la de la tarta.

Llevamos a la nevera, la cobertura no perderá nada de brillo y seguirá igual de perfecta. Queda con una textura y un sabor genial, ¡otra de esas recetas que guardo para mi para siempre!


Para decorar no se necesita nada más, el brillo es tan bonito que es más que suficiente.

Como íbamos a cenar a casa de una amiga decidí ponerle unas mini perlitas y purpurina plateada para darle un toque un poco más lujoso. No sé si mejoró o empeoró, pero bueno, a lo hecho pecho.

Si os gusta la crema de whisky tenéis que probar esta tarta, queda impresionante. La combinación de galleta, la crema y la cobertura de chocolate es perfecta.
Por supuesto puede hacerse con cualquier crema (hace tiempo probé una de chocolate y cerezas que seguro que es perfecta para hacer una tarta de este tipo).

Os animo a probarla, si lo hacéis ya me contaréis.


domingo, 13 de octubre de 2013

¡ESTAMOS DE VUELTA!

 
 
Unos meses de ausencia, que pronto verán su final.
En cuanto publique esta entrada, me pongo a redactar la siguiente: una riquísima tarta de queso, Baileys  y chocolate, que espero vea la luz mañana.

Gracias por estar ahí y seguir visitándome a diario, y a Crispi por la foto tan chula.


miércoles, 31 de julio de 2013

TARTA MONSTRUO (CELEBRACIÓN)


Pues sí... ¡estos días estamos de celebración! ¡1.000.000 de visitas! Y como digo siempre, cualquier ocasión es buena para meterse en la cocina, así que este milloncejo había que celebrarlo con una tarta sí o sí.

Hace cuatro años, unos pocos días después de que naciese este blog, el de La Casita Verde de Alegna celebraba 2.000.000 de visitas con unos cupcakes de fresa.
Por aquel entonces los cupcakes eran super novedad, y me gustó mucho la forma de presentarlos con los numeritos encima y el spray rosa (que era casi ciencia ficción en el 2009).
Por no hablar de lo increíble que me parecía llegar a tener 2.000.000 de visitas.

Es una entrada que se me quedó grabada, de esas que después de ver miles y miles de recetas sigues recordando.  Además, a modo de cuento de la lechera, pensé: cuando cumpla 1.000.000 lo celebro yo también.

¡Y ni cuento de la lechera ni leches, el día ha llegado! Estuve muy tentada a hacer lo mismo, a modo de pequeño homenaje a ese gran blog que nos sirvió de inspiración a tantos blogueros, pero creo que lo voy a dejar para (si algún día llegan) los 2.000.000.

Después de barajar varias opciones, me decidí por esta tarta, que tenía muchísimas ganas de hacer para una ocasión especial como esta.
La inspiración como (casi) siempre: las imágenes de google. Poniendo monster cake salen un montón chulísimas, de todas las formas y colores.

Hice un bizcocho muy pequeñito (de 15 cm de diámetro y 6 de alto), pero podéis hacerla con vuestra receta favorita de  bizcocho y de cualquier tamaño.

Incluso hay algunas de 2 pisos, quedan genial también, con un monstruíllo sobre otro.

Ingredientes:
Para el bizcocho:
- 2 huevos
- su mismo peso en mantequilla
- su mismo peso en azúcar
- su mismo peso en harina de trigo
- una cucharada de moka de levadura química (tipo Royal)
- vainilla en pasta (opcional)

Para rellenar:
- salsa de frambuesa (o mermelada)
- almíbar para calar

Para la crema de mantequilla:
- 250 g de mantequilla
- 325 g de azúcar glas
- colorante alimentario
- vainilla en pasta o cualquier aroma alimentario

Para decorar:
- palitos de chupa chups o bizcobolas
- bolas de chicle
- fondant (blanco y negro)

Empezaremos haciendo el bizcocho. Esta es una receta de un clásico bizcocho cuatro cuartos, siguiendo los pasos del 1080 Recetas de Cocina de Simone Ortega.
Este bizcocho es un poco compacto para mi gusto, pero tiene un punto a su favor enorme: podemos hacerlo muy fácilmente de cualquier tamaño.
Como hay que pesar los huevos (yo lo hago una vez cascados) y luego añadir del resto de ingredientes principales la misma cantidad, puede hacerse de 1 huevo o de 2 docenas. Siempre queda bien.

Es importante que los ingredientes estén a temperatura ambiente, para que se mezlcen bien y el bizcocho quede homogéneo.

Separaremos las yemas de las claras, y montaremos estas últimas.
Cuando estén bien firmes, añadimos las yemas batidas.
Luego la mantequilla (importante la temperatura, si está fría no se mezclará y luego quedarán huecos en el bizcocho), el azúcar,  la vainilla (si le ponemos) y por último la harina tamizada con la levadura.

Removeremos entre cada ingrediente muy suavemente, para evitar que se pierda el aire de las claras.

Vertemos la mezcla en un molde engrasado, y lo llevamos al horno precalentado a 180ºC.
El mío tardó unos 35 minutos, aunque como siempre os digo cada horno es un mundo.

Para comprobar si está, haremos la prueba del palillo (pinchamos en el centro y el palillo tiene que salir limpio, sin restos de masa cruda).
Cuando esté listo, lo retiramos del horno y lo dejamos enfriar sobre una rejilla.

Cuando el bizcocho haya enfriado del todo, podemos partirlo a la mitad y rellenarlo con lo que más nos guste.
Yo en principio no iba a rellenarlo, pero al final me pareció demasiado alto como para ir entero y tuve que improvisar: un almíbar ligero (1/3 de agua, 1/3 de ron y 1/3 de azúcar al fuego durante unos 10 minutos) y una capa de salsa de frambuesa (valdría también mermelada, nutella, crema de mantequilla... cualquier cosa rica rica).


Para la crema de mantequilla (también conocida como buttercream) puse la mantequilla y el azúcar glas unos 6-7 minutos en un robot de cocina con una varilla globo, pero se puede hacer con una  batidora con varilla o  incluso una de mano sin problema.
Eso sí, otra vez importante que la mantequilla esté blandita, si no no se mezclará con el azúcar.

Cuando veamos que la mezcla está muy suave y cremosa, podemos añadir nuestro aroma y colorantes al gusto.
Yo le puse aroma de arándano (que me encanta, todo un descubrimiento) y colorantes naranja y rojo.

Con estas cantidades que os pongo sobra bastante para este tamaño de tarta, yo creo que serían perfectas para una de 3-4 huevos.

Como no estaba segura de si los "pelillos" taparían toda la tarta, primero le di una capita de crema de mantequilla al bizcocho.
Fina y sin pararme demasiado, simplemente para que entre los huecos de los pelos no se viese el color del bizcocho.  La verdad es que fue una buena idea, así luego pude hacer super rápido el acabado peludo, sin tener que ir rellenando toda la base.

Para hacer los pelos utilicé la boquilla 233 de Wilton, la que es especial para césped. La había comprado hace tiempo para hacer unos cupcakes de triki, que también quedan genial.

No hay más que poner la boquilla en la manga, rellenar con la crema de mantequilla e ir haciendo pequeñas matas de pelo, orientándolas en distintas direcciones para dar un acabado más natural.
Podemos si queremos también hacer un monstruíllo recién salido de la pelu,  si las orientamos todas hacia el mismo lado. Queda genial sea como sea.

Me sorprendió lo rápido que se hace este acabado, al principio iba con miedo porque no sabía como iba a quedar, pero una vez que ves lo bien que queda, avanzas a muchísima velocidad. Y lo bueno es que como es un acabado imperfecto, si por lo que sea tienes un fallo, retiras con un cuchillo o una espátula un trozo y vuelves a rellenarlo. No se notan nada los retoques.

Si véis que con el calor la crema de mantequilla está demasiado blanda y los pelos no quedan bien, la metéis unos minutos en la nevera y a seguir con el trabajo.


Para hacer los ojos utilicé unas bolas de chicle clavadas en palitos de bizcobola. Iba a hacerlos de fondant, pero luego se me ocurrió lo de los chicles y es mucho más cómodo (y rico).

Unas pupilas y unas pestañas de fondant negro, un reflejo en blanco, y nuestros ojos están listos.

Los clavamos como más nos guste en la tarta, de forma ordenada o a sentimiento, como prefieramos: lo hagamos como lo hagamos va a quedar genial.

Para la boca lo mismo: una sonrisa de fondant con las paletas bien marcadas, quedan muy simpáticas.

¡Y nuestra tartita monstruo está lista! Como podéis ver, es muy sencilla, y super vistosa. Además no hay más que verlo, es un monstruíllo de buen corazón: es un cacho de pan (o mejor dicho en este caso, un cacho de bizcocho).


Despues de toda la parrafada, quiero daros las gracias por cada una de vuestras visitas y comentarios.

Si hace 4 años (cuando estaba aún en pañales) me hubiesen preguntado por el futuro del blog, creo que ni me habría imaginaginado seguir publicando 4 años después, visitando asiduamente blogs de compañeros que han pasado a ser amigos y sobre todo ilusionarme cada vez que busco una nueva receta para probar y compartir.

Y todo es gracias a vosotros, cuando me mandáis una foto de vuestras obras de arte o cuando me decís que habéis probado tal o cual receta, es una inyección de fuerza que acumulo para cuando flaqueo (que los que tenéis un blog sabéis que pasa de vez en cuando).

Nada más por hoy, espero que dentro de unos añitos estemos aquí celebrando con unos cupcakes de fresa los 2.000.000 de visitas...¡y con la misma sonrisa! (pasaré lista, no faltéis).


jueves, 11 de julio de 2013

HELADOS DE TARTA DE QUESO Y FRAMBUESA


Nada mejor para estos calores (por fin) que un helado fresquito. Y si es casero y riquísimo como este que hoy os traigo, mejor que mejor.

Hace un par de años ya que me compré la heladera, con las típicas dudas de si la iba a utilizar o no... y la verdad es que la utilizo un montón.
En verano siempre está la cubeta en el congelador, porque nunca se sabe cuando va a surgir la necesidad imperiosísima de hacer un heladito.

Al principio iba con mucho miedo, mirando recetas y recetas por internet para no meter la pata. Pero una vez le perdí el miedo, y comprendí que lo único que hace es congelar, me lancé y ya no hay quien me pare.
Hago mezclas a ojo, o a veces simplemente unos yogures griegos de esos con frutas en la base, queda un helado bastante aceptable, sobre todo si lo tomamos al momento.

Aquí os dejo los 4 helados que he publicado hasta ahora, 3 de ellos con heladera y uno de antes de tenerla. No hay excusa para no hacerlo.

 
He utilizado frambuesas de mi propia cosecha, el año pasado como estaban recién plantadas dieron muy poquitas (y se las comieron casi todas los pajarillos cabrones), pero este año están dando un montón, y además enormes.

Para los helados suelo utilizar unos moldes de silicona tipo magnum, pero esta vez como dupliqué cantidades rellené también estos de push pops (o lo que sean) que me regaló Patt. Tienen un tamaño ideal y además son perfectos para niños: no se manchan y si quieren comer sólo la mitad se puede guardar el resto para otro momento.
Además al ser de plástico son reutilizables, están genial.

Esta receta la he hecho un montón de veces ya, y nos gusta mucho como queda. Esta vez le añadí un poco de leche para hacerlos más ligeros, pero no os lo recomiendo, quedan con una textura un poco menos cremosa. ¡De pecar, pecar a gusto!

Ingredientes:
Para la salsa de frambuesa:
- 100g de frambuesas
- 50g de azúcar

Para el helado
- 400 ml de nata líquida para montar
- 100 ml de leche entera (os recomiendo no ponérsela)
- 240g de queso crema (tipo Philadelphia)
- 4 cucharadas soperas de azúcar invertido
- una pizca de vainilla en pasta (opcional)

- 3 galletas Digestive.
- unas frambuesas enteras

Empezaremos haciendo la salsa de frambuesa:
En un cazo, ponemos las frambuesas enteras con el azúcar, y llevamos al fuego.
Aplastamos con un tenedor para que se rompan y suelten su zumo, y dejamos que hierva lentamente unos 10 minutos.

Pasado este tiempo, trituramos con la batidora y colamos para eliminar las semillas.
Es importante eliminar sólo las semillas, sin perder nada de pulpa. Así que a apretarlas bien, hasta que no suelten ni una gotita de zumo.
Yo suelo colarlas en un colador metálico pequeñito, y remuevo y aplasto con una cuchara hasta que no sale nada más.

Volvemos al fuego, y dejamos hervir otros 5 minutos aproximadamente.

Reservamos.

Si queremos podemos utilizar en vez de esta salsa mermelada de cualquier fruta, queda muy bien también.


El helado no puede ser más sencillo:
En una jarra ponemos la nata, el queso, el azúcar invertido (receta aquí),  y si le ponemos, la leche y la vainilla.

Trituramos con la batidora, hasta que no quede ningún grumo de queso.

Ponemos la cubeta en la heladera, le damos al interruptor y vertemos con cuidado por la boca de la tapa.

A los helados como este que llevan tropezones no se los pongo hasta el momento final, porque a veces se pegan a las paredes de la heladera y las paletas al girar se enganchan un pelín.

Dejamos hasta que el helado esté listo, en este caso como es bastante cantidad tarda sobre media hora.

Una vez esté bien cremoso, añadimos las galletas desmenuzadas y mezclamos para que se repartan por todo el helado.

Si no tenemos heladera, una vez hayamos hecho la mezcla con la batidora, añadimos las galletas y lo metemos en un tupper o un recipiente melálico y lo guardamos en el congelador.
Cada media hora más o menos, lo sacaremos y lo removeremos bien, para evitar que se formen cristales de hielo.
Repetiremos hasta que nos cuesta moverlo, el helado ya estará hecho.


La salsa de frambuesa suelo ponerla en una manga deshechable, cortando sólo la puntita, para que salga un hilo fino. Así es muy fácil de manejar.
Podemos utilizar un biberón de salsear, o si no simplemente una cucharilla.

¡Y a rellenar los moldes!  Podemos poner unos hilos de salsa el la base, o empezar con la crema de queso, como prefiramos.

Luego alternaremos en tandas la crema con la salsa, para hacer veteados.
Si removemos un poco con un palillo haremos remolinos de frambuesa. Y si queremos, añadimos unos trozos más de galleta, que le quedan genial.

Esta vez además del experimento fallido de la leche le añadí unos trozos de frambuesa: quedan muy ricos, pero con textura de hielo, así que si no os gusta este tipo de textura no los añadáis.

Una vez tengamos los moldes completos, los metemos en el congelador al menos un par de horas, para que el helado adquiera consistencia.
El tiempo dependerá de la forma y material del molde, los magnum se hicieron en la mitad de tiempo que el resto.


Con estas cantidades me salieron 4 magnums, 3 de los de émbolo, y 3 vasitos pequeños de papel, a modo de tarrinas.

¡Y ya tenemos nuestros helados listos para disfrutarlos! Si os gusta la tarta de queso fría este helado os va a encantar, sabe tal cual (lleva los mismos ingredientes, así que no es de extrañar ;) )

Creo que de los que he hecho hasta ahora es mi favorito. Desde luego, es el más repetido.
Ya me contaréis si lo hacéis. ¡Un saludo!



miércoles, 26 de junio de 2013

BUNDT CAKE DE PIÑA COLADA


Las ganas que tenía yo de tener un molde de bundt cake... y por fin es mío. Me costó decidirme, varias veces estuve a punto de comprarlo, y este año por mi cumple me lancé.
Siempre me asaltaban las mismas dudas: si merecería la pena el precio, si lo iba a utilizar tanto como para comprármelo, si realmente se notaría tanto la diferencia de calidad... y la respuesta es claramente sí.
Estos moldes valen lo que cuestan.  Para los que no los conozcais, os dejo aquí el enlace a su página web.
Desde hace un par de años son bastante fáciles de encontrar en España en tiendas físicas y virtuales.

Este fue el primer bizcocho que hice en él, imaginaos mi cara de alegría al desmoldar y que quedase así de bien.

La receta es una adaptación de esta de Bea de chips de chocolate y bourbon, simplemente cambiando algunos de los ingredientes.

Ingredientes:
- 250g de mantequilla
- 300g de azúcar
- 5 huevos
- 420g de harina
- 1/4 cucharadita de bicarbonato sódico
- una pizca de sal
- 60g de coco molido
- 200 ml suero de mantequilla (buttermilk)
- 40 ml zumo de piña
- 45 ml de ron
- 170g de piña triturada
- una pizca de vainilla (opcional)


Como os decía en la entrada de la tarta Red Velvet, últimamente me ha dado por los bizcochos con suero de mantequilla. Me encanta la textura que se consigue al utilizarlo.
Si no lo conseguís en el supermercado, podéis hacerlo casero. Simplemente hay que montar nata líquida (en este caso utilicé medio litro, utilicé toda la mantequilla y me sobró un poco de suero) y batirla hasta que se corte y se separen por completo el la mantequilla y el suero.


En un bol tamizamos la harina, el bicarbonato y la sal. Añadimos el coco rallado, mezclamos y reservamos.

En una jarra o cuenco, mezclamos el suero de mantequilla, el zumo de piña, el ron, la piña triturada y la vainilla. Reservamos.

En otro bol batimos la mantequilla (ha de estar a temperatura ambiente) con el azúcar. Yo utilicé blanquilla, pero seguro que el moreno también le queda muy bien a este bizcocho.
Debemos batir hasta que haya espumado y la mezcla se vuelva blanquecina.

Añadiremos los huevos uno a uno (ligeramente batidos), mezclando bien antes de incorporar el siguiente.
Es importante que la mezcla no se baje, ya que si perdemos el aire el bizcocho quedará demasiado compacto.


Una vez estén bien mezclados estos tres ingredientes, añadiremos (batiendo a velocidad baja o con una espátula) un tercio de la mezcla de harina y coco.
Luego la mitad de los ingredientes líquidos.
Otro tercio de la mezcla de sólidos.
El resto de los líquidos.
El resto de los sólidos.

Es decir, empezaremos y acabaremos por los ingredientes sólidos, intercalándolos con los líquidos.
Lo de un tercio y la mitad de ingredientes es a ojo, simplemente para repartirlos y que la mezcla tenga una buena densidad en todo momento, para que no esté muy líquida ni muy sólida y se pierdan las burbujas de aire que conseguimos con el batido.


Vertemos la mezcla en el molde de bundt cake, que habremos engrasado previamente.

Para hacerlo, yo vierto una pequeña cantidad de aceite de girasol en el fondo y con un trozo de papel de cocina lo reparto por toda la superficie del molde.
Siempre siguiendo la dirección que tiene que seguir el bizcocho para subir, es decir, de abajo a arriba.
Puede hacerse con un pincel también, pero a mi me no me gusta engrasar el molde demasiado, y este es el método con el que consigo dejarlo más limpio.

Para asegurarnos de que la mezcla se ha repartido bien por todas las ranuras, podemos pasar una espátula como recomienda Bea o dar unos golpes sobre la encimera protegida con un paño de cocina.

Horneamos a 170ºC (horno siempre precalentado) más o menos  una hora, hasta que al pinchar el bizcocho salga limpio.

Lo retiramos del horno, y dejamos reposar 10 minutos.

Pasados estos 10 minutos, le damos unos meneos al molde para que el bizcocho se separe por completo. Lo volteamos sobre una rejilla y dejamos que enfríe por completo.

Si todo ha ido bien, el bizcocho estará perfecto, con las aristas del molde muy bien marcadas y un color homogéneo y precioso.


¡Y nuestro bizcocho de piña colada está listo para disfrutarlo!

El resultado es un bizcocho muy sabroso, que aguanta genial el paso de los días, aún sin esmerarnos demasiado en protegerlo.
Se nota perfectamente la humedad de la piña, el aroma del ron y la textura del coco, a nosotros nos ha gustado mucho.

Sin duda lo repetiré, además de seguir experimentando con nuevas recetas para darle uso a mi preciado tesoro.