lunes, 25 de abril de 2011

BAVAROIS DE FRESAS AL CAVA


Whole Kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de abril nos invita a preparar Bavarois.

Si os gustan las fresas y la textura tipo mousse, tenéis que probar esta receta!  Otra vez tengo que agradecer al círculo que nos hayan propuesto preparar una bavarois, porque me ha encantado.
De hecho, la he hecho dos semanas seguidas, y seguro que repito próximamente. Me encanta.

Es muy ligera, con una textura súper suave y esponjosa.

Había visto recetas un montón de veces, pero no sé por qué no me llamaban la atención. A partir de ahora estaré mucho más atenta... ¡no se me va a escapar una!

Normalmente se hace en un molde redondo con agujero en el centro, pero yo no quería hacer mucha cantidad, así que utilicé  uno rectangular más pequeño.

Esta receta (con algunas pequeñas modificaciones) es del libro 1080 recetas de cocina, de Simone Ortega. Este es  el libro de cocina que más años lleva conmigo. Me lo regaló mi prima Mariajo (hace un porrón de años) por mi cumple, y aunque desde entonces mi biblioteca ha aumentado un montón, a este libro le tengo un cariño especial. Y lo uso muchísimo, además.  Sólo con verlo se sabe la cantidad de "vida" que tiene... ¡y la que le queda!

Ingredientes:
- 350 gr de fresas
- 2 huevos XL (separadas las yemas de las claras)
- 120 gr de azúcar
- 100 ml de nata para montar
- 25 ml de cava
- gelatina neutra
- colorante rojo (opcional)





Empezaremos poniendo la gelatina a hidratar en agua bien fría. La cantidad que utilicé es como para medio litro de líquido, en este caso (era de Makro) utilicé 6 hojas pequeñas. No le hubiesen venido dos más, la verdad, cuando la desmoldé pensaba que se iba a desmoronar. De hecho en las fotos se ven las barrigas laterales.

En un bol trituramos las fresas, obteniendo un puré bastante líquido. 
Añadimos los 25 ml de cava, y removemos para que se mezcle bien.

Calentamos un par de cucharadas de agua y disolvemos en ella la gelatina hidratada, removiendo con una cuchara hasta que se deshaga por completo.
La añadimos a la mezcla de fresas y cava.

Lo siguiente que haremos será mezclar las yemas con 40gr de azúcar, y removemos con una cuchara de madera unos minutos, hasta que quede una crema espumosa.
La mezclamos con el puré de fresas.

Si vamos a añadir colorante lo haremos ahora, con una gota de colorante rojo en gel queda un color como el de las fotos, pero si no le ponemos quedará rosa clarito también muy bonito.

Reservamos.
Las claras las montaremos con otros 40gr de azúcar (y si queremos una pizquita de sal). Es importante que estén a temperatura ambiente para que queden bien firmes.

Montamos tambien la nata (cuanto más fría esté, más montada quedará), con el tercio restante del azúcar (los últimos 40gr).
Ya tenemos todos los ingredientes listos, sólo nos queda mezclarlos.

Poco a poco añadimos la nata montada al puré de fresas, mezclando con unas varillas para que la mezcla vaya cogiendo aire.

Cuando hayamos acabado con la nata, hacemos lo mismo con las claras montadas, removiendo lo justo para que se integren bien y que no se bajen.

Vertemos la mezcla en un molde desmoldable y llevamos a la nevera.

La dejamos mínimo unas 4-6 horas (a poder ser toda la noche) para que cuaje la gelatina.

Antes de servirla la desmoldamos con cuidado (como os decía sufrí por la mía al desmoldarla, al ver como se hacían las barrigas), y adornamos como más nos guste.

Yo la decoré muy sencilla, con unos trocitos de fresa en forma de pétalo y unas hojitas de menta.

Creo que se aprecia en las fotos, queda una especie de mousse súper suave. Me encanta el ruido que hace al comerla, al ir "rompiendo" las burbujas.

Además el sabor a fresa es muy intenso, con una pizquita de cava... ¡rica, rica!

Está muy buena con nata montada o helado de nata. Seguro que con sorbete de limón también, para la próxima la probaré así!
Aunque está buena sea como sea, no hace falta nada para acompañarla.

Estoy deseando probar bavarois de distintos sabores, creo que se va a convertir en el postre del verano.

lunes, 18 de abril de 2011

FOCACCIA

Whole Kitchen en su Propuesta Salada del mes de abril nos invita a prepara focaccia.

La focaccia es un pan plano al  que se le suele añadir aceite, sal gruesa, hierbas aromáticas y/o cualquier otro tipo de ingrediente.

Puede tomarse como aperitivo o como acompañamiento, como prefiramos. Como parte de un picoteo informal es perfecta.

Yo la hice con harina de trigo normal, pero puede hacerse con otro tipo de harina, la que más nos guste.

Con integral tiene que estar muy buena, para la próxima vez mezclaré de las dos.
Al parecer es la precursora de la pizza, y la verdad es que es lógico: la pizza no deja de ser una focaccia con tomate, queso... y todo lo que queramos!

La focaccia es más gruesa, y al llevar aceite la masa es más contundente y sabrosa.

Yo  hice 3 especialidades distintas: aceitunas negras y albahaca, ajo rallado y orégano, y cebolla y parmesano.
Al ser sólo dos en casa, siempre hago las recetas con distintos sabores, para que no sea tan monótono.

Como ya sabréis lo que os pasáis por aquí a menudo, me encantan los panes y las masas fermentadas, así que la focaccia no es una excepción.

Ingredientes:
Para la masa:
- 500 gr de harina de trigo
- 375 ml de agua
- 5 gr de sal fina
-  2 cucharadas de aceite de oliva
- un sobre de levadura de panadero

Para el "topping":
- aceite de oliva
- sal gruesa (yo le puse maldon)
- aceitunas negras
- cebolla
- ajo rallado
- queso parmesano
- albahaca, orégano,...

Como siempre, empezaremos haciendo la masa con la antelación suficiente para que leve.

Yo la hice en la panificadora (viva mi pani!), pero os pongo también como hacerla a mano.

En panificadora: ponemos el agua, la sal, el aceite, la harina y la levadura en este orden en la cubeta. Elegimos el programa masa, y a esperar! En la mía tarda una hora y cincuenta minutos, con  dos amasados y levados includídos.
Para hacerla a mano:  separamos un vaso de agua del total y la calentamos hasta que esté tibia (nunca caliente). Echamos la levadura, y removemos para que se hidrate bien.  Lo dejamos reposar 10 minutos.

Pasado este tiempo, hacemos un volcán con la harina.
En el centro añadimos el aceite, la sal, y la mezcla de agua y levadura.  Removemos un poco con la mano, para que empiece a mezclarse.

Poco a poco vamos añadiendo el resto del agua, mezclando continuamente para integrar bien todos los ingredientes.
Tenemos que amasar la masa al menos 10 minutos, para que quede bien elástica y manejable.

Hacemos una bola con ella, la tapamos con un paño seco y la dejamos reposar al menos una hora, hasta que doble su volúmen.
Os aconsejo hacerlo dentro del horno con la puerta cerrada, para evitar cualquier tipo de corriente que impediría que levase bien.
También podemos meterla toda la noche en la nevera, y así "repartimos" el trabajo en dos días.

Cuando haya doblado su volúmen, boleamos la masa para desgasificarla.


A partir de aquí las los pasos son comunes para las dos formas:

En la fuente o bandeja donde la vayamos a hacer, ponemos un par de cucharadas de aceite de oliva repartidas. 
Podemos poner antes un papel de cocina, yo lo puse por si se pegaba, pero qué va, con el aceite queda totalmente suelta.

Colocamos la masa en el centro, y con las manos la vamos extendiendo dándole forma y estirándola, hasta que quede más o menos de 1 cm de espesor.

La dejamos levar otra hora dentro del horno apagado, hasta que doble su volúmen.

Pasada esta hora, la  sacamos y vamos clavando los dedos en la masa para hacer los típicos agujeritos de la focaccia (esta parte me encantó hacerla, qué gustazo).

Volvemos a ponerla a levar, y cuando haya doblado su volúmen, la pincelamos con aceite de oliva (abundante) y le ponemos lo que queramos por encima.

Yo como os decía antes, la hice de 3 tipos distintos:  una con aceitunas negras y albahaca (mi favorita), otra con ajo rallado y orégano, y la última con cebolla (pìcada muy finita) y queso parmesano rallado.

Una vez tenía los ingredientes añadidos, espolvoreé con sal maldon (la masa lleva poca sal, así que si no queremos espolvorear con sal, tenemos que añadirle más al hacerla).

Metemos la focaccia en el horno precalentado a 180º unos 15-20 minutos, hasta que esté pasada y la superfie dorada.

La sacamos del horno, y para que esté bien crujiente la retiramos de la bandeja y la ponemos a enfriar sobre una rejilla.
Sólo unos minutos, lo justo para que pierda el calor "excesivo" del horno y no nos quememos al comerla.

Lo ideal es comerla tibia, sin dejar que enfríe, pero si como a nosotros os sobra, os aconsejo darle un "golpe" de grill y estará bastante buena...no como recién hecha, pero casi.

La cortamos como más nos guste: en tiras, cuadrados, rombos,... y a disfrutarla!

La comimos acompañando a unos tomates a la plancha con pollo (también a la plancha), y estaba de vicio.
¡Dieta mediterránea  total!

sábado, 9 de abril de 2011

LECHE FRITA

 Hoy os traigo otro postre clásico y que desde mi punto de vista roza la perfección: la leche frita.

Hacía un montón que no la probaba, y la verdad es que me alegro de haberla "recuperado".
En casa de mi familia paterna se tomaba bastante a menudo, pero ya hace un montón de años que no disfrutaba de ella (de hecho lo que hacían era crema frita, y no leche frita, aunque el sabor es muy parecido)

Es la primera vez que la hago yo, y  a partir de ahora la voy a hacer bastante a menudo: es muy rápida, con ingredientes que siempre tenemos en casa, muy baratita y encima está buenísima, no se le puede pedir más.

Ingredientes:
- 1 litro de leche entera
- 175 gr de azúcar
- 175 gr de harina fina de maíz (maicena)
- canela en rama
- piel de limón
- una pizca de sal

Para freír:
- aceite de girasol
- harina de trigo
- huevo

Para rebozar:
- azúcar
- canela molida

Empezamos poniendo más o menos el 80% (resevamos una taza) de la leche a calentar en un cazo a fuego suave.

Añadimos el palo de canela (yo pongo siempre un trozo atado  con un hilo, para que no se deshaga) y la piel de limón bien limpia (sólo la parte amarilla).
Dejamos que vaya calentando poco a poco, sin que llegue a hervir.

Cuando esté a punto de hervir, retiramos del fuego y dejamos infusionar mínimo un cuarto de hora (puede ser más, si nos gusta muy aromática).


En un bol, mezclamos bien la harina fina de maíz con la taza de leche fría que habíamos reservado, removiendo hasta que no quede ningún grumo.

Sacamos del cazo el palo de canela y la piel de limón. Si queremos podemos colar la leche, para asegurarnos de que no queda ningún resto.

Volvemos a ponerla al fuego, y añadimos el azúcar y la sal. Removemos constantemente para que se deshagan bien, y añadimos "en hilo"  la mezcla de leche y harina de maíz.
En este punto es importante no dejar de remover, para que no se pegue al fondo.

Lo movemos constantemente con unas varillas hasta que empiece a hervir (veremos que ha espesado bastante).

Retiramos del fuego, y seguimos removiendo fuertemente, mientras sigue espesando.


Vertemos la masa en un recipiente (normalmente es cuadrado o rectangular, para que sea más fácil hacer las porciones), y alisamos bien la superficie.

Dejamos que enfríe, y la metemos en la nevera unas horitas. Mejor de un día para otro, para que esté bien firme y fácil de manipular.

Para cortarla, podemos desmoldar la masa o cortar en el molde e ir sacando trozos para cada día, si no la vamos a freír toda.

Yo hice esta receta entera, y la dividí para tres días. Es muy cómodo tenerla en el molde e ir sacando un trozo para cada día, así siempre la tenemos recién hecha. Se conserva muy bien unos 4 o 5 días por lo menos.


Cortamos en trozos iguales, más o menos grandes según nos gusten. Los míos eran de unos 3x3x4 cm. Dependerá también del tamaño del molde, sin nos queda la masa finita, podemos hacer trozos más grandes.

Los pasamos por harina y luego por huevo batido, y los freímos a fuego medio por todas las caras hasta que esté dorada.

La vamos poniendo en una fuente o plato con papel absorbente, y mientras aún está caliente la pasamos por una mezcla de azúcar y canela (o sólo azúcar, si preferimos).


Puede tomarse tibia o fría,  a mi personalmente me encanta tibia. Lo ideal es freirla justo antes de comer, y así a la hora del postre estará perfecta, muy cremosa.

Si nunca la habéis probrado os la recomiendo, aunque pueda parecer un poco "sosa", está muy buena. Tiene el sabor de esos postres clásicos que nunca fallan.

Podemos presentarla en una fuente o en platitos individuales, como prefiramos. 

Eso si, os recomiendo comerla con las manos... ¡para chuparse los dedos (literalmente)!